VALORAR LA PROFESIÓN DE PELUQUERÍA
En la profesión de Peluquería, vemos que la caja de composición, la proporción, la terminología del oficio (el argot), las reglas, el conocimiento teórico, la estética autóctona, los signos, la semiótica, la teoría del color, el programa de necesidades del cliente, el contexto, el proyecto (y su metodología)... y la investigación, a pesar de ser las herramientas a partir de los cuales se debe de resolver un problema, en muchas ocasiones no se toman en cuenta, lo que vale es el ego, la necesidad de ganar dinero fácil y la falta de compromiso. Si existe un nivel tan bajo, tan superficial, tan light, ¿dónde se gestará un gremio? Cuando la actitud del que se dice “peluquero o estilista” en España – no necesariamente el peluquero/a auténtico/a –, consiste en realizar el trabajo como una ocurrencia, una puntada, un momento de genialidad, entonces el cliente asume que ser peluquero/a consiste en tener ocurrencias. El cliente aprende que la peluquería es una ocurrencia, o peo