REPROGRAMA TU SALÓN
Ya
llevamos casi 12 años del nuevo siglo, del nuevo milenio, y pienso que es un
buen momento para hacer una reflexión sobre la visión histórica que reportará a
las próximas generaciones de profesionales.
Sobre
todo porque a partir de septiembre tenemos que ponernos todos las pilas,
empelados y empresarios, finalmente subirán el I.V.A.
Sien el salón, nuestro o de nuestro jefe, todos remamos en el mismo barco y hacia la misma
dirección, si todos vemos el donut en vez del agujero, todo está ganado de
antemano.
El siglo pasado, al margen de los acontecimientos históricos que en él han devenido, me atrevería a sintetizarlo en tres revoluciones espectaculares: la primera de las tres revoluciones, la tecnológica, nos ha afectado en todos los aspectos de nuestra vida: la aparición de las primeras calculadoras; la televisión en blanco y negro y mas tarde en color, la informática, los cajeros automáticos, el dinero electrónico, Internet, móviles inmensos primero y mas tarde, pequeñísimos finísimos con cámara de fotos, radio, mp4; la realidad virtual, PDA, IPOD, Iphone, etc. Y lo que nos queda por ver.
Pero,
como supones, me gustaría concentra este escrito en otra revolución, mas
reivindicativa, pero a diferencia de las otras, mas silenciosa y mas tenaz, que
es la de la MUJER, de la que
posiblemente solo nos hemos dado cuenta los profesionales de la peluquería,
estética y moda.
Hoy,
la mujer debe asumir mas roles que nunca y la sociedad le exige que además de
ser una excelente profesional, sea ama de casa (el hombre humildemente hemos de
decir que no ha evolucionado en la medida en que la circunstancia se le exige),
excelente madre, excelente esposa; y además tiene que estar guapa, simpática y
con ganas de divertirse. ¿Cabria preguntarse si como ser humano, la sociedad no
nos exige demasiado? Y hablo como mujer, y profesional en este instante.
¿Y
qué tiene que ver todo esto con nuestra profesión de peluquería? Os
preguntareis. Mucho, mucho, porque esa exigencia y esa presión nos obligan a
darle en nuestros salones ese reconocimiento que la sociedad le niega.
Debemos
hasta cierto punto desarrollar una labor social de desagravio, con la mujer.
Debemos ofrecerle mucho más de lo que ella viene a buscar.
Debemos
regalarle esa miseria de tiempo que le queda y que es “estrictamente suyo”,
para sentirse bien consigo misma, con su interior, o lo que es lo mismo, con su
existencia. Debemos “mimarla” de acuerdo a su sensibilidad. Y para todo ello
debemos reciclarnos y debemos convertir nuestros salones en “Santuarios de
Belleza”, auténticos Santuarios que le aporten además de la calidad, el
servicio y la atención, el cuidado y el mimo a las nuevas “heroínas anónimas”
del siglo XXI.
No
obstante, no olvidaremos al hombre,
al cual hay que darle también su tiempo en nuestros salones, cuidados,
convertir el poco tiempo que pasa en nuestro salón en algo agradable, y
actualizarlo con cortes, colores, desrizados de zona, aunque sea en su época de
vacaciones. Hay que intentar este siglo que hombres y mujeres, en nuestros
salones, lleguen a hacerse los mismos servicios, equiparar la mentalidad de nuestros
clientes a los tiempos que estamos viviendo, que no igualdad, pues cada uno en
su sexo, tiene su particular necesidad y gusto.
En
los centros de peluquería nuestros clientes deben encontrar productos
profesionales para la coloración de su cabello, tratamientos capilares,
diferentes tipos de champú para tratar distintas necesidades, tratamientos
varios según su tipo de cabello, maquillajes, productos de manicura y pedicura,
cosmética en general y un largo etc.
Nuestro objetivo es cuidar la salud capilar y de la piel de
nuestros clientes y, cómo no, evitar el autodiagnóstico.
También pretendemos demostrar a nuestros clientes que los
peluqueros o estilistas son verdaderos expertos en la salud capilar y no sólo
quien les corta el cabello. Nuestros clientes saben que siempre que tengan un
problema pueden acudir a nosotros, los profesionales de la peluquería, y no al
lineal de un supermercado.
Ese autodiagnóstico sería casi imposible en otros sectores,
seria el equivalente a entrar en una farmacia y servirte tu mismo sin la ayuda
de un profesional, o entrar en el mecánico y arreglarte tu mismo el coche con
sus herramientas.
Influencias
de moda son la parisina y la londinense; la parisina hace que tengamos una
clientela, que apuesta por la armonía de la imagen la londinense, que su cabeza
sea el centro de todas las miradas.
Qué
duda cabe que los jóvenes y su rebeldía son los que cruzan los limites y
fuerzan que la moda siga evolucionado. Sólo hay que fijarse en las tribus
urbanas y lo mucho que han aportado a la moda. Aún siendo una minoría, sus
peinados, su ropa o su maquillaje son fuente de inspiración para los cazadores
de tendencias, que se nutren de ellos para seguir evolucionando.
Hay
un peinado para cada momento: no se puede ir igual a una importante reunión de
trabajo o para una fiesta desenfadada con los amigos. De la misma forma que no
nos vestiríamos igual, entendemos que el cabello debe tener esa versatilidad
que nos permita disfrutar de una imagen personal adecuada para cada ocasión.
Tenemos
que personalizar nuestros trabajos y para eso necesitamos cierta información
como su tipo de cabello, morfología facial y corporal, estilismo en la ropa, a
qué se dedica... En definitiva, qué estilo de persona es y qué imagen quiere
proyectar. Con toda esa información podemos diseñar la imagen más adecuada para
su tipo de vida.
Necesitamos
que nuestra clientela piense: “Si confío en mi peluquero para mi imagen
confiare en sus recomendaciones para la salud de mi cabello”.
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