¿LIDERES O JEFES?

La autoridad estará en crisis cuando quien manda se
contente con ser un administrador (jefe), sin tomar la decisión de convertirse
en líder. Lo que necesita una nación o cualquier grupo, grande o pequeño, es
tener al frente no a un oportunista arrogante, sino a un servidor sincero.

¿Qué diferencias existen entre el jefe y el líder?

  1. Para el jefe, la autoridad es un privilegio de mando; para el líder,
    un privilegio de servicio. El jefe ordena: "Aquí mando yo"; el
    líder dice: "Aquí sirvo yo"; el jefe empuja al grupo y el líder
    va al frente, comprometiendo con sus acciones.
  2. El jefe existe por la autoridad; el líder, por la buena voluntad. El
    jefe cree que es suficiente una investidura de mando conferida desde fuera
    para conformar a su gusto el pequeño planeta sobre el que impera. El líder
    no necesita exhibir ante sus súbditos credenciales de legítima autoridad;
    su empeño generoso, su dinamismo mágico y su actitud de entrega son las
    mejores cartas con que los seguidores se enteran de que tienen una
    autoridad que no necesita imponerse por argumentos externos, sino por
    ejemplos entrañables. La autoridad del jefe impone; la autoridad del líder
    subyuga y enamora.
  3. El jefe inspira miedo, se le teme, se le da la vuelta; se le sonríe de
    frente y se le critica de espaldas; tal vez se le odia en secreto. El
    líder inspira confianza, inyecta entusiasmo, envuelve a los demás en aires
    de espontánea simpatía, da poder a su gente; cuando él está presente
    fortalece al grupo. Si temes tu superior, es que tu superior es un jefe; si
    lo amas, es un líder.
  4. El jefe busca al culpable cuando hay un error. El que la hace, la
    paga. Sanciona, castiga, reprende, en apariencia pone las cosas en su
    lugar, cree haber arreglado el mundo con un grito y con una infracción,
    pero ha cortado la rama torcida. El líder jamás apaga la llama que aún
    tiembla, jamás corta el tallo que aún verdece; corrige, pero comprende;
    castiga, pero enseña; sabe esperar. Por eso no busca las fallas por el
    placer sádico de dejar caer el peso de la autoridad sobre el culpable,
    sino que arregla las fallas y de paso rehabilita al caído.
  5. El jefe asigna los deberes, ordena a cada súbdito lo que tiene que
    hacer: "A ti te tocó esta parcela de la izquierda, a ti, ésta de la
    derecha; ahora a trabajar y cumplir cada cual con lo suyo, mientras
    contemplo desde mi sillón cómo ustedes se movilizan y... ¡ay del
    incumplido!" El líder da el ejemplo, trabaja con los demás, y como
    los demás, es congruente con su pensar, decir y hacer; su deber es el
    propio de todos, va al frente marcando el paso.
  6. El jefe hace del trabajo una carga; el líder, un privilegio. Los que
    tienen un líder, pueden cansarse del trabajo, pero jamás se fastidian,
    porque el magnetismo del líder abre ventanas a los ideales que delatan la
    alegría de vivir, de trabajar.


ESTHER MARTÍ
hirdresser.personal.trainer@gmail.com
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